Parque natural de Las Salinas de La Mata
Los habitantes y visitantes de la ciudad de Torrevieja tienen un precioso paraje muy cerca, que hoy nos gustaría invitar a que descubrieran: el parque natural de Las Salinas de La Mata.
Siendo las salinas base de la economía de la zona desde 1321, el maravilloso paraje que las rodea comenzó a ser valorado por su rico y especial ecosistema no hace demasiadas décadas, fijándose en 1996 la fecha en que por fin fue declarado como espacio natural protegido.
A día de hoy, industria salinera y ecosistema conviven en perfecta armonía, aportando valor cada uno a su manera a las gentes de la comarca.
Comenzamos nuestra excursión desde el aparcamiento situado muy cerca de la N-332, un aparcamiento visible y señalizado desde la rotonda de dicha carretera.
En el aparcamiento podemos encontrar un edificio escuela con información para el visitante. Tan sólo es necesario recorrer unos cientos de metros para adentrarse en la zona arbolada, pudiendo elegir llegar desde cualquiera de los senderos trazados por la tierra o por la carretera interior que dispone también de carril bici. Las rutas y senderos son aptas para todos los públicos, pudiendo realizarse a pie o en bici, sin encontrar ninguna dificultad en ellos.
En esta ocasión, nuestra elección fue en bicicleta por los senderos de tierra.
Finalizado el primer tramo que lleva del aparcamiento al cementerio, encontramos una primera zona arbolada cercada, con horarios de uso. Se trata de una hermosa arbolada, con zonas de asiento y juego para toda la familia.
Entre todos los senderos disponibles a su alrededor, nuestra elección nos llevó hasta una pasarela de madera, protegida por centenarios eucaliptos que la naturaleza ha dotado de increíble formas, regalándonos un paisaje mágico de cuento de hadas.
El paseo de madera, que bordea un gran lago salino, finaliza en una amplia área merendero, con mesas, bancos y una torre mirador cuyas vistas maravillarán a cualquiera.
Nuestro sendero transcurre ya entre diferentes variedades de pinos, plantas aromáticas y otra vegetación mediterránea, que junto a las especies adaptadas a este suelo salino forman un paisaje único y poco común que merece nuestra admiración.
A nuestro lado, la gran charca salina, habitada por multitud de aves, algunas de ellas migratorias que descansan en sus aguas y la eligen para su momento de cría.
Entre ellos el flamante flamenco, zampullines y chorlitejos, que alegran una vez más con su compañía y vuelo. Algunos senderos dan la vuelta completa a la laguna, otros se entrecortan y enlazan para
formar así una importante red de caminos, que espera paciente a que la descubramos, siempre diferente, siempre única, siempre espectacular.